Dos rojos y tres negros golpearon a mi puerta una noche…
-¿Quién es? ¿Qué pasa? ¿Qué sucede? –pregunté sorprendido, con el oído pegado a la puerta cerrada.
Al rato escuché que decían...
-Cinco para tus labios, cuatro para tus ojos, tres para tu dolor.
Entonces me alejé corriendo por la casa, con las manos en lo alto, gritando. Corrí hasta mi cuarto y me escondí debajo de la cama.
Al poco tiempo se escucharon dos golpes más.
Maldita curiosidad, salí de la seguridad de mi escondite y caminé hasta la cocina. Allí tomé el auricular del portero eléctrico con manos nerviosas.
-¿Quién es? –logré decir luego de unos segundos de silencio.
-Dos para tus piernas, uno para la muerte.
© Alejandro Andrade
Buenos Aires: septiembre de 2007 (Versión final)
Publicado en Manos que cuentan, Dunken, 2009